sábado, 20 de diciembre de 2008

¿Donbernabilidad o gobernabilidad?

Recientemente en los medios de comunicación se ha escuchado con más frecuencia la palabra donbernabilidad. Esta, sugiere que gran parte de los logros en seguridad y defensa alcanzados en la ciudad de Medellín durante la administración pasada, obedecieron principalmente al control que alias don Berna tuviera sobre la capital antioqueña. Pero además, en reciente misiva cuyo autoría se le atribuye al mismo don Berna, se afirma que hubo un apoyo en publicidad y dinero al hoy alcade Alonso Salazar, más conversaciones que comprometían la desmovilización de las autodefensas locales. Si bien la carta no afirma la realización de un pacto ilegal, algunos sectores han inferido que la donbernabilidad es fruto de este.

Dado que es difícil corroborar o rechazar la existencia de tal pacto ilegal. Sí es fácil afirmar que tal reducción en las estadísticas de delincuencia, se podría bien haber dado sin la necesidad de un acuerdo ilegal con la administración local. ¿Por qué?

Entre 1997 y el 2003, en la esfera criminal de la ciudad de Medellín se destacaron dos grupos grandes de autodefensa: el bloque Metro y el Cacique Nutibara. La disputa entre los dos terminaría cuando el bloque Cacique Nutibara subsumiera al bloque Metro, permitiendo que el primero gozara del monopolio del derecho a la intimidación y muertes en la cidudad.

Posteriormente, el bloque Cacique Nutibara comienza un proceso de negociación con el Estado colombiano, donde una de las principales condiciones, era precisamente detener la intimidación y las muertes. Al ser don Berna el líder indiscutible de este bloque, su donbernabilidad tendría un impacto positivo en los indicadores de delincuencia. En otras palabras, a la donbernabilidad sí se le podría atribuir una disminución en los indicadores de delincuencia en Medellín, pero a consecuencia del pacto, legal, que don Berna hiciera con el gobierno Nacional para salvaguardar los beneficios del proceso de desmovilización. La Alcaldía de Medellín, sería la que en la práctica tendría que lidiar con todos los costos y pormenores que traería tan importante apuesta. 

Desde esta perspectiva, el pacto entre don Berna y el gobierno Nacional benefició directamente a la ciudad de Medellín. Por esta razón, sin afirmar que hubo o no un pacto ilegal entre don Berna y funcionarios de la Alcaldía, no entendería ¿para qué hacer un pacto, sobre lo ya pactado con el gobierno Nacional? O ¿qué tendría que pactar don Berna con la Alcaldía, si las entidades del Estado que tienen la capacidad de someterlo son de orden nacional?

Finalmente, la invisibilidad del crimen, y su manifestación en la mejora de los indicadores de delincuencia, es un fenómeno que beneficia más a los mismos delincuentes que a las administraciones locales. Si es en definitiva al gobierno nacional al que puede endilgársele la disminución en los indicadores de violencia en la ciudad de Medellín ¿es esto donbernabilidad, o es gobernabilidad?

lunes, 15 de diciembre de 2008

¿Es posible un medio de comunicación independiente y veraz?

Recientemente presencié la película “Good Night and Good Luck” (2005), en la cual se recrea la disputa entre un respetuoso periodista norteamericano Edward R. Munrrow, y el famoso y controvertido senador Joseph R. MacCarthy, conocido por su persecución acérrima a los comunistas durante los eventos de la guerra fría. Este frenético período sería conocido más tarde como el MacCarthismo. Recordemos que a raíz de esta enconada persecución a los que se presumía tenían vínculos soviéticos, se creó el clima perfecto para que un dramaturgo como Artur Miller escribiera la obra “The Crucible”, que nos llegó a nosotros como “Las brujas de Salem”. Se acuñó entonces la frase “cacería de brujas”, que no es más que una persecución fanática, febril e infundada a las personas que estorban los intereses de algunos, imputándoles un tipo de creencia o comportamiento socialmente nocivo.

Si bien Munrrow logra denunciar, y hasta cierto punto detener, los abusos del senador McCarthy, labor por la que además fue honrado, esto no lo eximiría del costo que tendría que pagar por tratar de ser un periodista independiente. Según la película, el programa de Munrrow pierde pautas publicitarias, y un traslado de la franja que llamaríamos hoy horario triple A, para el fin de semana el domingo en la noche. Claramente aparece el poder de la pauta para censurar o autocensurar a los periodistas.

Hernando Gómez Buendía en artículo reciente, afirmó que según la encuesta de Medios, la casa El Tiempo domina el 55% del mercado en periódicos, y el 15% en revistas. Y su aliado Caracol, dominaría el 40% de la audiencia. El otro grupo fuerte es el de la revista Semana con un 30% del mercado de revistas. Según el columnista, la garantía para el no abuso de la prensa es la ausencia de estos monopolios. ¿Pero es acaso posible la no presencia de monopolios en este tipo de medios? ¿Y qué tanto se puede resistir un periódico a tal presión?

Yo comparto la opinión de Gómez Buendía en cuanto a que los abusos son más propios de entidades monopólicas. Sin embargo, en el caso de los medios de comunicación, más que el monopolio en sí de una casa editorial, me preocupa el monopolio del monopolio. Es decir, el poder que tengan un determinado número de pautantes en los ingresos de cualquier medio de comunicación. Necesariamente, este estará amarrado a no tocar los intereses que proveen su supervivencia, llegando a situaciones como las que la CBS le hizo a Munrrow.

Desde esta perspectiva, no es exagerado pensar que por lo menos más de un 60% de los ingresos de un diario provengan de las pautas publicitarias, mientras que una mínima parte provenga de lo que clientes y suscriptores pagan. Esto entre otras cosas, es lo que permite que el precio de un periódico comprado en la calle sea relativamente barato, y que publicaciones como Vivir en el Poblado y Gente de Laureles se distribuya de manera gratuita. Ahora, a más lectores, más pautantes, y mientras más pautantes, más empresas competirán por espacios privilegiados dentro de la publicación, lo que elevaría el precio de la pauta, a un valor que sólo las empresas con gran capacidad económica podrían pagar. Asi progresivamente, se aumentaría cada vez más la brecha entre lo que proviene de pauta, y lo que proviene de ventas directas. En otras palabras, la dinámica misma del sistema tiende a que un diario con gran circulación, sea un diario que tiende a ser monopolizado por ciertos pautantes.

La anterior afirmación puede tener sus atenuantes si en una nación existen muchos y muy diversos grupos económicos que puedan pagar el valor de estas pautas. Más aun si estos diaros tienen una circulación mundial o hay alguna regulación para lo que puede pautar cada empresa o grupo económico. Pero en economías como la colombiana, el proceso de monopolización de las pautas, y por ende el del contenido editorial, podría ser el comportamiento más factible.

La sabiduría convencional le concede a los lectores la búsqueda de la información independiente y veraz. Y hay que entender que la pauta persigue al lector y no al contrario. En síntesis, aunque un monopolio busque cooptar a un periódico, en teoría, sólo la independencia de este es lo que permitiría que continúe siendo leído. ¿Serán los directores de los periódicos capaces de soportar estas tensiones que se oponen en esencia?

A lo mejor sí, a lo mejor no. Quizá la misma tensión es fruto de que los periódicos se dedican a vender algo que está por fuera de su razón principal que es vender información veraz, independiente y oportuna, y han optado por explotar una fuente publicitaria donde el mismo proceso de monopolización los vuelve ricos.