jueves, 30 de junio de 2011

La era de los gobernadores

Por esas extrañas y contra intuitivas reacciones que tienen los sistemas, es posible que ahora los departamentos en Colombia tengan la fortuna de tener unos mejores gobernantes, y esto podría deberse inesperadamente a la aprobación de la reelección.

Es una hipótesis, o mejor aún, un barrunto. La causa es que he observado la inesperada coincidencia entre la posibilidad de la reelección, y la presencia de algunos ex candidatos presidenciales o figuras presidenciables buscando las gobernaciones. Esperar 4 años es más o menos soportable, 8 es mucho tiempo. La búsqueda de las gobernaciones podría obedecer a motivos diversos: un retiro honroso ante una inalcanzable presidencia, un buen mientras tanto para seguir “activo”, la posibilidad de competir contra candidatos desconocidos y así una fácil y barata campaña, o en el mejor de los casos, un genuino interés regional. El caso es que después de aprobada la reelección, casualmente presenciamos a dos ex candidatos presidenciales optando por las gobernaciones de Nariño y Santander, respectivamente. A un ex ministro consiguiendo la gobernación del Atlántico, y a un ex candidato a la vice presidencia aspirando a ser gobernador de Antioquia ¿Tendencia o coincidencia?

Mi percepción es que lamentablemente el ser gobernador en Colombia es un cargo que ha tenido más nombre que posibilidades. Más honores representativos que poder real. Supuestamente siguen en importancia al presidente, pero en nuestra realidad política de ciudades estado, los gobernadores sólo gobiernan el afuera de las ciudades, en ese espacio de distintos verdes entre los municipios y veredas. Así como percibimos a los jardineros que cuidan ese patio exuberante atrás de nuestras casas, así es la presencia de los gobernadores en nuestras vidas ciudadanas. Sólo nos percatamos de su labor si las carreteras están en buen estado, o si en un pueblo ya llegó el internet o el agua potable. Ser gobernador no es ser muy visible, después de todo, sus gobernados sólo son ese 30% que se quedó en el campo.

Sin embargo, los gobernadores si deberían seguir en importancia al presidente, especialmente en esta era que Ackoff denomina la era de los sistemas. Cada vez más, veremos que las grandes ciudades tendrán que pensar en estrategias regionales para resolver los problemas que hace rato sobrepasaron las fronteras municipales. Las ciudades estado no son sostenibles por sí mismas, y la competencia futura entre ciudades se dará en el marco de las regiones en las que están emplazadas. Esa es la era que viene, la era de los gobernadores, pues ellos son los llamados a coordinar las acciones para resolver esos problemas que son transversales a las ciudades, los puentes entre la macro política y la micro gestión.

Yo espero que estos individuos a los cuales se les ha hecho más difícil ser presidentes y que han optado por las gobernaciones, entiendan su papel histórico. Pero especialmente, espero que nosotros, el 70% que vive en las ciudades entendamos que nuestro bienestar dependerá más del gobernador que del alcalde.