lunes, 9 de abril de 2018

La política de educación superior más rentable en la historia de Colombia

Hasta no hace más de 5 años el tener algún tipo de maestría todavía indicaba sin lugar a dudas el haber alcanzado un buen nivel de educación superior. Las maestrías, en su concepción original, estaban diseñadas para cualificar al estudiante en la adquisición de un conocimiento avanzado para la resolución de un problema complejo dentro de su área de especialización. Ninguno de los pasos anteriores sería posible sin la adquisición de competencias en investigación.

En Europa, de dónde el concepto del máster es originario, el modelo siguió más o menos igual, pero en los países anglosajones, el magíster se dividió en distintas categorías respondiendo a las necesidades de estudiantes, empleadores y universidades. Lo que es claro es que el título que se obtiene corresponde a la modalidad del master elegido. Un programa con solo cursos, otorgaría un Master of Arts (M.A.). Un programa con cursos y desarrollo de tesis, otorgaría un Master of Sciences, (MSc).  El caso es que su título indica muy claramente a todos los interesados lo que hizo y lo que no.

En Colombia, después del decreto 1001 del 2006, se reglamentó la existencia de maestrías profesionalizantes o de profundización, y maestrías en investigación, tal y como se hiciera en los Estados Unidos. Pero a diferencia de allí, a ambas se les otorgó el mismo título. Tal regulación generó un profundo debate del cual aún no se encuentran respuestas satisfactorias, puesto que a muchos nos parece que las universidades estarían “regalando”, o peor aún, vendiendo el título de Master. Lo anterior, si se compara el esfuerzo adicional de los que hacen y defienden una tesis, sobre los que sólo hacen y aprueban cursos. También las universidades estarían confundiendo al estudiante al decirle que la investigación es algo opcional en un programa de maestría, cuando muchos consideramos que es esencial. Pese a lo anterior, lo que otros en las mismas universidades vieron fue la oportunidad de capitalizar tal pseudo-homologación.

El caso es que después de casi 12 años, el viejo debate ha sido menguado por la exitosa demanda y rendimiento económico de las maestrías profesionalizantes en las universidades más importantes del país. En todas sin excepción. Tal pseudo-homologación del ministerio ha sido irresistible, tanto para estudiantes confundidos, como para otros que quieren obtener su título de magíster sin tener que afrontar los rigores de defender una tesis. También para las universidades que quieren revitalizar su caja con este tipo de programas.  Esto, sin lugar a dudas, ha sido la política de educación superior más rentable que hayan tenido las universidades colombianas en toda su historia.

Por otro lado, quizá la justificación más loable a la oferta de este tipo de programas y al aprovechamiento de sus rendimientos, ha sido la de financiar a los estudiantes que sí quieren investigar. Pero no es justo educar bien a un estudiante, mintiéndole a otro al otorgarle un título que certifica unas competencias que no tiene.

Deben pasar algunos años para que se vea cuáles consecuencias, además de la económicas, este tipo de maestrías profesionalizantes tiene. Por lo pronto, ya se han dejado oír comentarios de algunos empleadores y estudiantes responsables que no ven el plus de este tipo de maestrías, además del de obtener un título que hasta ahora tiene más prestigio que el de especialista. Es posible que oferta y demanda entiendan que no es posible una verdadera profundización sin investigación.  Quizá el ministerio corrija lo que muchos consideramos un error, o de nuevo vuelva a sorprendernos con la aparición de los doctorados profesionalizantes. 

*Esta reflexión fue enviada, sin éxito, para ser publicada en la sección de opinión de UdeA Noticias.

1 comentario:

  1. Hola Sebastián,
    Muy interesante tu reflexión.
    En efecto hoy en día el título de magíster está de moda y lamentablemente en nuestro medio no abarca lo que debería o al menos no con la claridad necesaria. El marketing educativo, la rentabilidad que ofrece este tipo de posgrados a las universidades y la necesidad de nutrir al ego, han hecho a las maestrías sin importar su índole, lo que otrora fue el diploma de bachiller.
    Gracias por compartirla

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