lunes, 18 de julio de 2011

Como predecir la victoria contra la insurgencia

De lejos, la guerra contra la insurgencia es un asunto que todavía preocupa. A pesar de ocho años de una política de confrontación, y de los clarísimos reveces que las fuerzas armadas le han propinado a los rebeldes, no se podría avizorar una culminación en el corto o mediano plazo. Confundir la muerte o captura de Alfonso Cano, con la terminación del conflicto, es como confundir la muerte de Osama Bin Laden con el final de la guerra contra Al Qaeda.

Lo que aparentemente sí se puede predecir es si el Estado colombiano ganará esta guerra. La Revista RAND publica una monografía en la cual unos investigadores han identificado 15 “buenas” prácticas que garantizan el éxito, más 12 “malas” que garantizan el fracaso. Tomando como caso de estudio la historia de 30 guerras contrainsurgentes en el período 1978-2008, se encontró que en todos los casos en que la diferencia entre las “buenas” y “malas” prácticas ejecutadas fue superior o igual a +5, la insurgencia fue derrotada. En los casos en que fue 0 o menos, esta venció.

Entre algunas de las quince “buenas” prácticas se encuentran:

  • Lograr al menos dos de los siguientes factores estratégicos de comunicación: coherencia, credibilidad y expectaciones realistas emitidas en el área del conflicto.
  • Lograr la reducción, o la ausencia total de al menos tres de las siguientes fuentes de apoyo logístico: apoyo en las fronteras, apoyo externo, apoyo interno, capacidad de financiación, la posibilidad de reclutamiento, y capacidad de inteligencia.
  • Lograr al menos dos de estos tres aspectos de la legitimidad del gobierno: reducción de la corrupción, elección democrática y legítima de sus líderes, la convicción mayoritaria de la legitimidad del Estado en el área del conflicto.

Entre algunas de las “malas” prácticas se encuentran:

  • Que el estado castigue colectivamente y escale la represión en las zonas del conflicto.
  • Que el estado sea visto como una fuerza de ocupación.
  • Que en el área del conflicto el estado sea percibido como un actor peor que la misma insurgencia.

En el mismo reporte, los Estados Unidos evalúan su situación en Afganistán, logrando un +3,5, lo que básicamente no predice el éxito. Yo hice el mismo ejercicio con el conflicto colombiano, basándome exclusivamente en mis percepciones subjetivas. El resultado fue de un +4,04, en donde las prácticas relacionadas con corrupción y legitimidad del Estado son las que más le restan puntos al desempeño total.

En síntesis, esta metodología predice que el Estado gana la guerra siendo una mejor alternativa de gobierno que el que la subversión ofrece. Si el Estado lo hace bien, la misma población lo apoyará. En caso contrario, la subversión será percibida como una alternativa tentadora a un Estado indolente, y por ende reemplazable. En otras palabras, si Colombia hubiera avanzado tanto en temas de corrupción, democracia y gestión, como lo hizo en el campo militar, muy probablemente estaríamos más cerca del tan esperado final. Por ahora vamos a medio camino en una guerra que se ha enfocado principalmente en los síntomas y no en las causas.