miércoles, 11 de julio de 2012
Feliz cumpleaños Razón Pública
miércoles, 20 de junio de 2012
La receta para tener una universidad pública violenta
domingo, 22 de abril de 2012
Los pseudo académicos al poder
lunes, 19 de marzo de 2012
Los signos de una voluntad de paz: negro es blanco
Un grupo de intelectuales envió al presidente Santos una carta en la cual lo invitan a tomar en serio las declaraciones de las FARC. Los firmantes sugieren que hay signos para pensar en una nueva etapa de diálogo, pues identifican un tono diferente cuando la insurgencia afirma que “no cabe darle más largas a la posibilidad de entablar conversaciones”. Además, reconocen como novedad la derogatoria que las FARC hacen de su ley 002, con la cual se auto permitían secuestrar con fines extorsivos.
Adicionalmente, dos personalidades de este grupo han ido más allá. La primera recoge del comunicado de las FARC un llamado a la regularización de la guerra como un primer paso hacia la paz. Es decir, una guerra sin violaciones al derecho internacional humanitario (DIH). Y la segunda dice más o menos lo mismo, justificando el por qué a la guerrilla se le debe permitir disparar en medio de la negociación. En sus palabras: Si esta guerrilla deja de disparar, el gobierno y la opinión sencillamente se olvidarán de ella… poner la condición de que abandonen la “delincuencia” para poder dialogar es pretender que el otro se suicide antes de invitarlo a la mesa.
No creo en esto. Primero, las FARC en 48 años de lucha, salvo los 8 años del gobierno del presidente Uribe, siempre han hablado de la posibilidad de diálogos de paz. Lo hicieron cuando eran pobres y aislados. Lo hicieron en su mejor momento. Y lo hacen ahora que todavía cuentan con una gran capacidad operativa, financiera y de soporte internacional. Luego esto no es nuevo, ni plantea un signo contundente que evidencie una voluntad de paz. Segundo, hay una duda razonable para pensar que la derogatoria de la ley 002 –ley que paradójicamente fue creada durante los diálogos de paz del Caguán - obedezca al proceso de repliegue hacia una guerra de guerrillas en la cual el cuidado de prisioneros es inconveniente. Y tercero, las treguas no necesariamente invisibilizan al enemigo. En Colombia ha sucedido todo lo contrario. A los integrantes del M-19, como a los comandantes de las FARC se les conoció, entrevistó, fotografió y filmó como nunca antes, precisamente en los momentos de cese temporal de hostilidades.
En ese sentido, creo que los firmantes de la carta están desbalanceados en lo muy poco que le piden a las FARC, y lo mucho al pueblo Colombiano para el cuál la paz es llanamente el cese de hostilidades sin distingos entre la muerte de civiles o militares. Entiendo el profundo deseo de paz que mueve a los firmantes, pero no me parece que el camino sea forzar la interpretación de los acontecimientos para auto convencerse y convencernos que estos son evidencias ciertas de unas verdaderas intenciones de paz. Ni tampoco el juzgar de belicista, revanchista y usufructor del conflicto a todo aquél que plantee una duda razonable.
No nos equivoquemos ni forcemos los argumentos. Blanco es blanco y negro es negro. El verdadero signo de paz es un cese largo de las hostilidades.
domingo, 11 de marzo de 2012
Trasmilenio: ¿Una destrucción justa?
Esta semana observamos con asombro y tristeza como una multitud de individuos arremetía contra las estaciones de Transmilenio. Para mí, como creo que para muchos, esto es un acto que no deja de generar preguntas y reflexiones.
Trasmilenio fue por muchos años el símbolo de la transformación bogotana por excelencia, siendo quizá la obra que más ha integrado y enorgullecido a sus habitantes en 474 años de historia. De repente muchas personas pudieron almorzar en sus casas, compartir más con sus familias, sentirse seguros en un medio de transporte, y recorrer las distancias de la vasta sabana en una forma barata y rápida. En todas las guías y videos turísticos, los articulados buses rojos irrumpían en el gris, caótico y neblinoso paisaje de la metrópolis cundiboyacense, proclamando una nueva era de orden, esperanza y civilidad. El primer gran paso hacia la Bogotá deseada.
El éxito del sistema y la ausencia de un plan de mejoramiento continuo lo llevaron progresivamente a su saturación, pues diseñado para 1.4 millones de personas hoy moviliza 1.7. El hacinamiento a consecuencia de las bajas frecuencias ocasionó insatisfacción, peleas, robos, y prolongó el tiempo de espera en las estaciones. Mientras tanto, el precio del tiquete se incrementaba a la par que la calidad del sistema disminuía. Las primeras protestas y quejas se hicieron en el 2004, al igual que las primeras promesas de mejoramiento. Ocho años después vemos que Trasmilenio representa exactamente todo lo opuesto a lo que los bogotanos esperaban de él. Es un monumento más a la inseguridad, el atropello, la ineficiencia y el abuso de unos entes privados ante la indiferencia o complacencia de las autoridades (Video). En un ambiente de tal tensión social cualquier evento desata el infierno.
En 1992 después de que la policía de Los Angeles golpeara brutalmenta a Rodney King, un grupo de manifestantes destruyeron un sector de la ciudad después de 6 días de violentas protestas, 37 personas muertas, 3 mil heridos, 4 mil arrestos y miles de millones de dólares en pérdidas. El mismo Rodney, aun molido por la golpiza, tuvo que interceder por el cese de la violencia y tal vez esto ayudó a que parara. Como siempre, aunque los manifestantes se alzan en contra de instancias superiores, no vacilan en afectar a sus semejantes, sus propiedades y así mismos, con tal de hacerse sentir.
Mientras veía las escenas de como apedreaban las estaciones y saqueaban las taquillas de Trasmilenio, por alguna razón las relacioné con el linchamiento y sodomización de Gaddafi, y me preguntaba ¿es esto justicia? No lo sé. Lo que si sé es que así solemos reaccionar los humanos cuando creemos que hay injusticia. Yo prefiero creer que existen mejores formas pacíficas.
En conclusión, no creo que los manifestantes hayan destruido Trasmilenio. Este cayó hace tiempo atrás como consecuencia de unas alcaldías indolentes en el tema. Los manifestantes en cierta forma sólo removieron los escombros.
viernes, 20 de enero de 2012
Otra versión del sindicalismo
Confieso que desde siempre vi al sindicalismo como un cáncer que corroe a las empresas, dejándolas en la miseria absoluta a expensas de mantener los privilegios de una oligarquía de overol voraz, vaga, vulgar y violenta. Nunca tuve una referencia seria que señalase racionalmente el peligro del sindicalismo, pero en los comentarios de personas cercanas me fui formando mi prejuicio. No era ni sorpresivo ni ilógico que alguien afirmara que ellos eran los culpables de la bancarrota de muchas empresas públicas y privadas en toda Latinoamérica, y asumía, que en cierta forma la muerte de muchos era la consecuencia de una justicia de propia mano administrada por empleados y propietarios afectados.
El nublamiento lo llevé por muchos años hasta que oí la conferencia del Nobel en economía Paul Krugman sobre la gran prosperidad que durante más de 20 años tuvo los E.U. después de la Segunda Guerra Mundial. En sus palabras, parte de esta prosperidad se debió al movimiento sindical ampliamente respaldado por el presidente Roosevelt. Escuché y re escuché esta conferencia varias veces para rectificar si mi pobre inglés no me estaba jugando una mala pasada. Pero no, de hecho consulté el libro del profesor Krugman y leí lo impensable. En efecto los sindicatos norteamericanos ayudaron a construir la sociedad más próspera e igualitaria que hubiese existido jamás en ese país en toda su historia. Después, el presidente Reagan demolería sin piedad los sindicatos llevándose con ellos a la sociedad que ayudaron a construir.
Esta revelación de la providencia vino con otra sorpresa en la misma dirección: Frank Pierre, presidente de Carrefour Colombia pidió la asesoría de la Escuela Nacional Sindical para la conformación de su propio sindicato. Algo impensable en Colombia. Pero además, encontré que los países con mayores tazas de sindicalización son Suecia (82%), Finlandia (76%), Dinamarca (76%) y Noruega (57%), reconocidos por su desarrollo y equidad. Por su parte Colombia nunca ha superado el 14%, encontrándose actualmente en valores cercanos al 6%, muy cerca del promedio Latinoamericano.
Al igual que el estudio de Laura Acuesta, Krugman plantea que en empresas sindicalizadas los trabajadores tienen mejores salarios que en las que no, pero además, Krugman afirma que los directivos son más cautelosos a la hora de pagarse salarios más altos por el temor a que esto motive un alza en todos los salarios. En consecuencia estas organizaciones tienden a ser más planas en términos de salario y menos desiguales. Ahora, si esto lo llevamos al caso del 82% de trabajadores sindicalizados en Suecia, el fenómeno de aplanamiento se escala de una empresa a toda una nación. De otro lado, el 6% en Colombia también dice muchas cosas, en especial que tan arraigada es la desigualdad en nuestra idiosincrasia que una persona como yo consideraba entendibles las muertes de las personas que en cierta forma luchan por mi igualdad. Comprendo que no hay que romantizar al respecto, pero siendo colombiano y viendo como tradicionalmente las diferencias entre los débiles y los fuertes se resuelven en nuestro páis (masacres, burro bomba, collar bomba y motosierras), me inclino a creer que lo que no es tan malo en otros países no tiene por qué serlo en el nuestro, y más bien la voracidad, vagancia, vulgaridad y violencia es la actitud que una minoría poderoza y rica usa para no ser igual al resto de nosotros.
viernes, 13 de enero de 2012
Lo que no ha aprendido el crimen organizado en Latinoamérica
Gianluca Fiorentini y Sam Peltzman publicaron en 1995 un libro cuyo título es The economics of ogranized crime, en él se describen los orígenes del crimen organizado, modos de operación, organización interna y formas de combatirlo. Aunque el estudio se fundamenta en la mafia italiana, es sorprendente su similitud con el crimen organizado que se aprecia en este lado del Atlántico. Todo el contenido es digno de mencionar, sin embargo un aspecto que me pareció fascinante es el hecho de que las organizaciones criminales, todas sin excepción, requieren de dos cualidades que son tan necesarias como mutuamente excluyentes: el ser temido y el ser invisible. Las que logran este equilibrio entre la invisibilidad y la crueldad son exitosas, las que no, son abatidas sin misericordia por el estado o por sus rivales.
La motivación para traer este asunto a colación fue el famoso paro armado que la banda criminal de Los Urabeños, reducto de los paramilitares Colombianos, decretó en en los departamentos (estados) del Chocó, Antioquia, Córdoba, Sucre, Magdalena, algunas partes de Bolívar y la región de Urabá, en protesta por el abatimiento de su máximo líder, Juan Úsuga David alias "Giovanny", cuya muerte en combate fue revelada por la Policía el 1 de enero. La intención era protestar y dejarle en claro a la autoridad quién manda en toda esa región. Craso error.
Crimen organizado existe en casi todo el mundo, países como Italia, Francia, Alemania, Austria y Reino Unido, sin uno creerlo, también albergan crimen organizado. Igualmente en China con las triadas, y en Japón con la Yakuza. Siendo común en todo el mundo ¿por qué no tiene tanta publicidad como en Latinoamérica? La respuesta yace en el ser temido y el ser invisible. Mientras que en el ser temido el crimen organizado en Latinoamérica lo hace tan bien, o aun mejor, que sus colegas en otras latitudes, con respecto a la invisibilidad, están tan subdesarrollados como los países a los que pertenecen. Mientras que un homicidio en Europa se trata de hacer discreto y se desaparece el cuerpo, en Latinoamérica se cuelgan los cadáveres de los puentes y se esparcen sus cabezas en los parques y andenes. Mientras que nosotros raramente oímos hablar del crimen organizado alemán, en Colombia a 300 pistoleros se les ocurre desafiar a un Estado que ha vencido a tres poderosos carteles de la droga, tres grupos guerrilleros y casi todo un movimiento paramilitar. ¿Puede alguien ser más pretencioso?
Al 7 de enero del presente año ya se habían capturado 41 miembros de esta organización, y se ofrece una recompensa de 4 mil millones de dólares por información que conduzca a la captura de los jefes Urabeños. El velo de invisibilidad fue descubierto, y aunque muy probablemente es cierto que ellos mandan en esa región abandonada por el estado, todos los ojos están puestos allí hasta que el Estado los extermine y eventualmente se quede, o la abandone de nuevo a la espera de un nuevo grupo que sea más cruel que discreto.