domingo, 11 de marzo de 2012

Trasmilenio: ¿Una destrucción justa?

Esta semana observamos con asombro y tristeza como una multitud de individuos arremetía contra las estaciones de Transmilenio. Para mí, como creo que para muchos, esto es un acto que no deja de generar preguntas y reflexiones.

Trasmilenio fue por muchos años el símbolo de la transformación bogotana por excelencia, siendo quizá la obra que más ha integrado y enorgullecido a sus habitantes en 474 años de historia. De repente muchas personas pudieron almorzar en sus casas, compartir más con sus familias, sentirse seguros en un medio de transporte, y recorrer las distancias de la vasta sabana en una forma barata y rápida. En todas las guías y videos turísticos, los articulados buses rojos irrumpían en el gris, caótico y neblinoso paisaje de la metrópolis cundiboyacense, proclamando una nueva era de orden, esperanza y civilidad. El primer gran paso hacia la Bogotá deseada.

El éxito del sistema y la ausencia de un plan de mejoramiento continuo lo llevaron progresivamente a su saturación, pues diseñado para 1.4 millones de personas hoy moviliza 1.7. El hacinamiento a consecuencia de las bajas frecuencias ocasionó insatisfacción, peleas, robos, y prolongó el tiempo de espera en las estaciones. Mientras tanto, el precio del tiquete se incrementaba a la par que la calidad del sistema disminuía. Las primeras protestas y quejas se hicieron en el 2004, al igual que las primeras promesas de mejoramiento. Ocho años después vemos que Trasmilenio representa exactamente todo lo opuesto a lo que los bogotanos esperaban de él. Es un monumento más a la inseguridad, el atropello, la ineficiencia y el abuso de unos entes privados ante la indiferencia o complacencia de las autoridades (Video). En un ambiente de tal tensión social cualquier evento desata el infierno.

En 1992 después de que la policía de Los Angeles golpeara brutalmenta a Rodney King, un grupo de manifestantes destruyeron un sector de la ciudad después de 6 días de violentas protestas, 37 personas muertas, 3 mil heridos, 4 mil arrestos y miles de millones de dólares en pérdidas. El mismo Rodney, aun molido por la golpiza, tuvo que interceder por el cese de la violencia y tal vez esto ayudó a que parara. Como siempre, aunque los manifestantes se alzan en contra de instancias superiores, no vacilan en afectar a sus semejantes, sus propiedades y así mismos, con tal de hacerse sentir.

Mientras veía las escenas de como apedreaban las estaciones y saqueaban las taquillas de Trasmilenio, por alguna razón las relacioné con el linchamiento y sodomización de Gaddafi, y me preguntaba ¿es esto justicia? No lo sé. Lo que si sé es que así solemos reaccionar los humanos cuando creemos que hay injusticia. Yo prefiero creer que existen mejores formas pacíficas.

En conclusión, no creo que los manifestantes hayan destruido Trasmilenio. Este cayó hace tiempo atrás como consecuencia de unas alcaldías indolentes en el tema. Los manifestantes en cierta forma sólo removieron los escombros.

4 comentarios:

  1. Hola Sebastián!!!
    Muy acertado lo que planteas.
    Estamos escandalizados por la destrucción brutal (y nunca debidamente justificada) de la infraestructura física pero observamos con pasividad la destrucción de la funcionalidad del sistema.
    Un abrazo!!!
    Gabriel

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    1. Gabriel, muchas gracias por tu comentario. Desafortunadamente fue la destrucción de las estaciones lo que reavivó el debate, una motivación más para que los que no dudan en usar la violencia lo hagan.

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  2. Transmilenio es lo único que tenemos en Bogotá. A corto plazo no existirá ningún otro transporte masivo. Lo más parecido podría ser el sistema integrado: algo como los alimentadores: Buses con conductores entrenados, con un salario fijo, en el que se pague con tarjeta de acceso y que sólo paren en ciertos sitios. Pero como siempre está ahí la mafia del transporte público que no ha dejado que esos sistemas se implementen con éxito ni en Bogotá ni en Medellín.

    Por tanto lo único que nos queda en el corto plazo es la actitud: Ya sabemos que Transmilenio está saturado, por tanto hay que madrugar más, o escalonar los horarios en las oficinas, pero sobre todo, usarlo con buena actitud. Los usuarios se suben "armados": de afán y de mal genio, esperando el empujón o la demora para estallar. Esto no ayuda.... Un sistema saturado y la pérdida de la cultura ciudadana que se tuvo en Bogotá hace 10 años y que tres administraciones seguidas hacen que se genere esa imagen negativa de Transmilenio.

    El Metro de New York, el de Tokio, incluso el de Medellín en hora pico son igual de llenos, pero aparece entonces la cultura ciudadana o simplemente el hecho de entender que así funciona un sitema de transporte Masivo: apretado pero rápido.

    Cabe anotar que uso Transmilenio casi todos los días, excepto cuando el clima y la ausencia de guayabo me permiten venir al trabajo en Bicicleta (90 calles).

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    1. Raúl, gracias por tu comentario. Primero déjame felicitarte por ir al trabajo en bicicleta, este es un sueño que espero hacer realidad muy pronto.

      Yo usaba el metro de Medellín hasta hace muy poco. La gran movilización de personas va de norte a sur en las mañanas, y de sur a norte en las tardes. Como yo vivo en el sur y trabajo en el norte, siempre me ha tocado un metro cívico. Pero un día tuve la oportunidad de viajar de sur a norte en horario pico, y te aseguro que estamos a dos o tres años de imitar al Trasmilenio. La civilidad tiene un límite, y aunque creo que la cultura ciudadana ayuda mucho, no hay mucho que hacer cuando estás literalmente empacado en un vagón o autobús. Lo que sucedió en Bogotá puede ser perfectamente un escenario en Medellín si las cosas siguen como van.

      No conozco el metro de Tokio, pero en New York te aseguro que un poquito más congestionado y vas a ver una revuelta peor que la de Trasmilenio. Los norteamericanos son más levantiscos que nosotros los colombianos, y pelean más por las cosas que pagan.

      Como te digo, la civilidad tiene un límite. De nuevo felicitaciones por el uso de la bicicleta. Nosotros somos el futuro.

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