martes, 18 de mayo de 2010

Las campañas y la fuerza pública

En el libro Freakonomics, Steven Levitt afirma que la disminución de los crímenes en Nueva York y Los Ángeles, se debió principalmente al aumento de policías. Sin embargo, no se puede desconocer el efecto disuasivo, que tienen otros mecanismos no represivos. Por ejempo, la campaña de las estrellas negras en Bogotá, permitió que el número de víctimas de tránsito en el 2003, se redujera en un 20,13%, mientras las colisiones entre vehículos en un 7%.

Aunque parezca extraño, mucha gente deja de hacer lo malo cuando por algún mecanismo comprende que lo es. Un ejemplo de esto se presentó en pasado día de madres, tradicionalmente conocido por el incremento en las tasas de homicidio en algunas de las ciudades colombianas. Pero en Cali, la campaña “Disfrutemos el mes de la madre con un latir de paz y cero muertes violentas”, dejó un resultado satisfactorio por la disminución en un 30% de los homicidios, comparando las estadísticas del año 2009.


En Colombia, algunos autores señalan que si se sumara el número de muertes violentas atribuíbles al conflicto armado, más las del crimen organizado, estas no alcanzarían el 10% de las muertes violentas en el país. Un 90% entonces, sería atribuíble en gran medida al efecto combinado del crimen no organizado, la violencia intrafamiliar, las venganzas personales, las disputas en las que está presente el licor, y los accidentes de tránsito. Es decir, situaciones en las que confluyen una presencia institucional débil para la resolución y castigo de conflictos, y una condición de irrespeto o indiferencia por el bien común o ajeno. En otras palabras, por ausencia de lo que algunos autores denominan capital social.

En países como Japón, Rusia y el mismo E.U., en donde el crimen organizado es poderoso y la sociedad es permeada por el narcotráfico, los índices de homicidios por cada 100 mil habitantes son apenas del 0.44, 14.9 y 5.4, respectivamente, contra un 36 en Colombia. Me atrevería a decir que casas de vicio hay casi en todo el mundo. Incluso más grandes, con más surtido, y con dueños mejor armados que sus equivalentes colombianos. Sin embargo, por alguna razón, no directamente atribuible a la presencia institucional, en nuestro país la posesión de estas casas de vicio es un asunto de guerra a muerte entre pandillas y barrios.

Si bien es clara la necesidad de una fuerza pública eficiente, contundente y profesional, también lo es que ella no es el remedio para todos los males. El 90% de la criminalidad en Colombia, es esa criminalidad que no vuela puentes, ni secuestra candidatos presidenciales. Es la criminalidad del gamín, el apartamentero, el urbanizador pirata, el adicto desesperado, el esposo celoso y el vecino rumbero. Es la criminalidad que no necesita tanques de guerra, ni aviones mirage, ni compra de fusiles galil para su remedio. Es la criminalidad que para su sometimiento depende de una acción cívica cooperativa formada en campañas, un ágil sistema judicial y de reparación, y uno que otro bolillazo aquí y allá.

8 comentarios:

  1. Jajajajajajajajajaja... hombre Sebas, me gusta tu estilo de boa constrictor... con pequeños movimientos en la orientación de las referencias vas elaborando tu escrito hasta llegar a "depende de una acción cívica cooperativa formada en campañas, un ágil sistema judicial y de reparación, y uno que otro bolillazo aquí y allá."

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  2. Estoy de acuerdo con vos, y me atrevería a agregar algo: el concepto de seguridad se ha reducido a "vigilar y castigar", cuando se podría interpretar como el resultado del respeto generado por el nivel de cultura de la sociedad. No niego que la "Fuerza Pública" sea necesaria, pero está diseñada para actuar en casos extremos, ya que a mi juicio la violencia genera mas violencia y la cultura puede reformar la sociedad.

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  3. Hola Sebas!!!
    Salvo el tema del "bolillazo aquí y allá" comparto plenamente lo que planteas en tu escrito.
    En Colombia la violencia "taquillera" (la que sirve para el sensacionalismo de los periodistas) oculta la violencia "fundamental" (la de la cotidianidad que es la real responsable de la mayor parte de los delitos).
    Un abrazo!!!
    Gabriel

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  4. Hola Sebastían:

    Comparto contigo la idea de que la Policía ayuda pero sólo marginalmente. Lo mismo pasa con el fortalcimiento de las fuerzas militares para la solución al conflicto interno y con las mismas campañas.

    Mira una cosa muy particular, yo vivo en Cali y ni me enteré de la famosa campaña de que hablas, y eso que soy un buen consumidor de noticias y medios. Así que que si pensaba matar a alguén en una riña no habría servido de mucho.

    El tema es mucho más complejo y creo que hay muchas más variables y con más motricidad de las que mencionas: Formación espiritual en las instituciones educativas, Desestímulo al consumo de licor (Desde que se diga a la gente que beban más para mejorar la salud de los colombianos estamos jodidos), Aumentar la confianza en las instituciones por la via de la legalidad, Oportunidades....

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  5. Hola amigo Sebastian, buen día.

    Leí su nota y la comparto. Hace más de 15 años vengo arando en el desierto demostrando con ejercicios reales que las grandes explicaciones de la policía y muchos publicitados ‘estudios’ de la violencia en Colombia andan tan perdidos como los desparecidos por los grupos paramilitares y los militares, y que la mortalidad hay que explicarla más por situaciones sociales más no colectivas diferentes a las clásicas posturas del narcotráfico (décadas de los 80), la urbanización del conflicto (década de los 90) y micro tráfico y guerra de bandas (primera década del siglo XXI).

    Y no solamente eso, he advertido y llamado la atención, corroborando esta alerta, con ejemplos - para el caso de Medellín - como que:
    - El escenario de muerte es el mismo en los últimos 20 años,
    - hay una singular coincidencia territorial entre el área de influencia de la enseñanza pública (dedicada a fomentar la ‘revolución armada’) y las muertes con armas de fuego, en contraste con la zonas (comunas) donde la educación privada [particularmente religiosa] tiene mayor entidad;
    - que los homicidios con arma blanca – particularmente en la comuna del centro (La Candelaria o la número 10), son una constante en circunstancias de tiempo, modo y lugar;
    - las muertes de quienes están precedidos de anotaciones policiales (‘antecedentes no judiciales’) no excede el 17% del total de las víctimas y que el 90% éstas paradójicamente parecen estar ocupadas en actividades no ilícitas al momento de su deceso;
    - los homicidios ocurren en más del 70% de los casos en el hogar o en un radio no mayor a los 250 metros de la residencia del occiso (salvo los ocurridos en la comuna 10 o centro de la ciudad, donde se invierte la ecuación;
    - los homicidios tienen ocurrencia en un 30% en la zona donde durante el día hay el mayor número de autoridades de todo orden (civiles, militares, policiales, judiciales), y
    - que las presuntas motivaciones o explicaciones de la policía en cada caso de mortalidad intencional no son hipótesis demostrables por la fiscalía (¿o que ésta es incapaz de corroborar lo que aquella identifica?).


    Capítulo aparte merece el fenómeno de la IMPUNIDAD PENAL (ubicada para 1993 por la Procuraduría en el 97% y situada en el 2010 en el 99.9%). Varias pistas le doy sobre este problema:
    Ø Entre 1991 y el 2000 (no he vuelto a revisar desde entonces) ninguna Facultad de Derecho proporcionaba a los futuros Fiscales y Jueces Penales formación (ni siquiera un cursillo), sobre CRIMINOLOGÍA, Investigación Judicial o Criminal y mucho menos sobre balística (cuando el 90% de los homicidios eran cometidos por arma de fuego).

    Ø Tampoco la Fiscalía dio ni proporcionó a sus funcionarios formación o información sobre los temas anteriores.


    Cordial saludo.

    G:.

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  6. Hola Sebastián!!, acabo de leer tu reflexión en el blog, y me confirma lo que he pensado últimamente, sobre la forma tan superficial y limitada que cada ciudadano asume su responsabilidad como tal, y la forma tan reduccionista que entiende la problemática de su país y por tanto, las posibilidades de su posible solución. Muchos siguen pensando, que el problema del país, es únicamente la guerrilla o los paramilitares. Siendo claramente un problema muy importante que requiere que se siga atacando, desarticular esa acción del resto de factores que componen la problemática social, tanto urbana como rural, es, como lo decía en otro artículo en mi blog, sacar el órgano con cancer sin prestarle atención a la metástasis. Desafortunadamente, la mayoría vivimos la ciudadanía como si estuviera compuesta de slogans publicitarios que solo encienden pasiones efímeras, producen clichés argumentales y nos generan falsas sensaciones de patriotismos domésticos huecos por dentro.

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  7. Ud leyó el libro? Si mal no recuerdo lo que sustenta Levitt es la legalización del aborto como la causa de la reducción en crimen.

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  8. Anónimo2: Leí el libro, y aunque aun tengo mis dudas, por otros factores que Levitt no menciona, también creo que las campañas pueden tener un efecto educativo interesante. Un ejemplo, Colombia no se ha legalizado el aborto (como en E.U.) sin embargo en la ciudad de Bogotá se registró una disminución de 80 homicidios por cada 100 mil habitantes, a 25. Básicamente a punta de campañas e intervenciónes puntuales.

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