domingo, 4 de diciembre de 2022

Los emprendedores y el mito de la obsolescencia de la universidad

En los últimos 15 años el auge de las grandes empresas de base tecnológica como Apple, Microsoft, Facebook, entre otras, ha reivindicado a cierto tipo de personaje: el estudiante innovador que abandona la universidad. En nuestro medio, el mal llamado desertor. Con orgullo, y con un cierto sentimiento de alivio, se menciona que no graduados como Bill Gates (Microsoft), Mark Zuckerberg (Meta), Steve Jobs (Apple), Jack Dorsey (Twiter) y tantos otros, simplemente no necesitaron soportar los 4 o 5 años de vida universitaria para fundar sus empresas y ser exitosos. Su ejemplo, estaría mostrando la inutilidad estudiar para un difícil examen de admisión, pasar semanas enteras preparando exámenes, y aguantarse los estilos de enseñanza y métodos caprichosos de evaluación de profesores desconectados del “mundo real”. Tampoco sería necesario endeudarse y desplazarse de la ciudad de origen en búsqueda de una universidad de prestigio.

El mito de la clave del éxito y de un futuro promisorio que persuade a muchos aspirantes a la universidad, dependería esencialmente de cuatro aspectos: una idea innovadora, inversionistas arriesgados dispuestos a gastar en lo inimaginable, un garaje donde trabajar (porque el mito es que todas estas empresas empiezan en un garaje), y trabajo duro que pueda prescindir del sueño. Con estos cuatro ingredientes, la promesa es que cualquier emprendimiento en 10 años podría convertirse en una megaempresa que tendría además el atractivo de ser fundada por un disruptor que logró eludir las penalidades del sistema universitario.

En consecuencia, tampoco es de extrañarse que estos mismos emprendedores no graduados afirmen en repetidas entrevistas que no les importa si determinado candidato es graduado o no. Que los títulos y las calificaciones en últimas no predicen la capacidad del aspirante. Que lo único necesario para lograr ser contratado es lograr una buena entrevista, y de alguna forma, hacer creer al empleador que el aspirante tiene las capacidades para resolver problemas complejos de forma novedosa y divertida. En otras palabras, que el paso por la universidad no es necesario, de lo que se infiere que la universidad tampoco lo es.

Estas ideas, que son además parte del paquete promocional de las empresas mencionadas, han hecho carrera en los medios y la opinión pública hasta el punto de cuestionar la necesidad misma de la universidad como institución. Se ha llegado a afirmar que la universidad es obsoleta y que esta institución es un vestigio del pasado que no responde a las necesidades del presente y menos a las del futuro. Para muchos, sin considerar lo reduccionista de tales argumentos, lo necesario para encontrar trabajo se podría aprender en su mayoría en Youtube, a una fracción de los costos del sistema de educación universitario actual.

Si bien es cierto que muchos de los elementos del sistema universitario son hoy obsoletos, hay muchas falacias en las anteriores afirmaciones. El primer hecho es que es desproporcionado el número de emprendedores graduados con respecto a los no graduados. Especialmente si estamos hablando de empresas de base tecnológica y conocimiento especializado. Los emprendedores graduados no son objeto de tanta publicidad, mientras un no graduado que se convierte en billonario es toda una noticia. También, hay que reconocer que muchos de los que abandonan las universidades no lo hacen porque perciben que están perdiendo el tiempo, sino, porque precisamente lo que aprenden en la universidad les brinda la idea del emprendimiento y el llevarla a cabo lo más pronto posible se convierte en una ventana de oportunidad.

 Lo segundo, es que, aunque los fundadores de las empresas no son graduados, los que las administran en su gran mayoría sí lo son. Apple o Twitter no son manejadas por abogados, administradores y contadores que aprendieron en Youtube. No dudo que sea posible encontrar un muy buen programador que no haya pasado por una universidad, pero pensaría que es difícil encontrar un buen directivo en las mismas circunstancias. Casi todos sabemos que el no graduado Mark Zuckerberg fundó Facebook, pero pocos le hacen publicidad al hecho de que profesionales como Sheryl Sandberg, una eminente graduada de Harvard, era su directora operativa hasta hace poco. De las tres empresas más famosas fundadas por no graduados solo una no es administrada por personas graduadas. Satya Nadella gerente de Microsoft, es egresado de la Universidad de Chicago en reemplazo de Bill Gates. Tim Cook gerente de Apple, egresado de la Universidad de Duke, está a cargo del legado del no graduado Steve Jobs. Solo el gerente de Meta (antiguo Facebook) sigue siendo Mark Zuckerberg, y eso, ante la caída de valor de la gran empresa está por verse. Él énfasis en la no educación universitaria de los fundadores es más una estrategia para posicionar una empresa, una marca y a su fundador. Pero recordemos que no solo el fundador es la empresa. Este depende de todo un equipo directivo que con toda seguridad fue cuidadosamente elegido en un proceso de selección que con seguridad consideró la universidad de origen.

El mundo del emprendimiento todavía le debe mucho, sino es que todo, a la universidad como institución y las empresas emprendedoras exitosas lo saben, aunque no lo estén anunciando a los cuatro vientos. No en vano, Zuckerberg donó en 2021 USD $500 millones a su antigua alma mater, Harvard. Google repartió USD $50 entre otras cuantas universidades. La verdadera obsolescencia es la idea que tenemos de la universidad, todavía no hemos comprendido que esta es la más futurista institución del pasado.

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